Así fue, de veras, como sucedió.
Atravesó el cristal de tu mirada
rotunda y rota, húmeda morada
que albergaba aquello que no ocurrió.
Ahora, ya no seguirás el camino
puesto a tus pies con colores de octubre,
almacén del sueño, y de un hoy insalubre
buscando mientras grita, su destino.
La luz al final del túnel es cara
y el campo de visión se antoja oscuro.
Mirar hacia detrás es no ver nada,
hacerlo hacia delante es siempre duro.
Si desprende, tal vez, nuestra retina,
guiarnos por el alma ha de ser seguro.
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